Los Byrde tienen dos hijos adolescentes, Charlotte y Jonah, y llevan la vida perfectamente normal de una familia perfectamente normal. Con una excepción: Marty, además de trabajar como asesor financiero, también está involucrado en el lavado de dinero para uno de los cárteles de la droga mexicanos más grandes. Cuando las cosas se complican, Marty renuncia a una vida próspera en Chicago y se muda con su familia a los Ozarks en el tranquilo Missouri, famoso por sus hermosos lagos.